"A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen." Rom 1:16
“Un dia José caminaba por una de esas carreteras sucias y calurosas de África, se encontró con alguien que le predico el Evangelio de Jesucristo. En aquel momento acepto a Jesucristo como su Salvador. El poder del Espíritu empezó a transformar su vida; Estaba tan emocionado, tan lleno de gozo que lo primero que quería hacer era volver a su aldea y compartir el evangelio con los miembros de su tribu. José fue de puerta en puerta hablándole a todos de la cruz de Cristo esperando que sus caras se iluminaran como le había pasado a él. Para su sorpresa los miembros de su tribu no solo se mostraron indiferentes sino que además respondieron con violencia. Los hombres de la aldea lo tiraron al suelo mientras las mujeres lo golpearon con varas. Luego lo arrastraron para que muriera solo. De algún modo José encontró las fuerzas para levantarse. Se había preguntado porque lo habían tratado con tanta hostilidad, llego a la conclusión de que tal vez había contado mal la historia de Jesús."
"Decidió volver a la aldea y hablarles de Jesús una vez más. José cojeo hasta la aldea y empezó a proclamar el mensaje de Jesús. “El murió por vosotros para que podáis encontrar perdón” les dijo. De nuevo lo golpearon y otra vez lo arrastraron inconsciente. Sobrevivir a la primera paliza ya fue algo increíble pero sobrevivir a la segunda fue un milagro. Después de unos días José volvió en si amoratado, herido y decidido a volver a su aldea. Volvió otra vez y lo atacaron antes de que pudiera abrir la boca. Mientras lo azotaban por tercera y quizá por última vez empezó a hablarles de Jesucristo. Antes de desmayarse la ultima cosa que vio fue que las mujeres que le estaban golpeando empezaron a llorar. Esta vez se despertó en su cama. Los que le habían golpeado de forma tan salvaje ahora le estaban curando las heridas para salvarle la vida. Toda la aldea se había convertido a Cristo.”
Michael card “wounded in the house of friends” (Virtue Marzo-Abril 1991).
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